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La jubilación es uno de los momentos más importantes de cambio que afrontamos en nuestra vida. Tras unos cuarenta años de vida laboral, entramos en una nueva fase totalmente distinta y en la que tenemos tiempo para muchos proyectos donde poner ilusión. Y como telón de fondo, podemos darnos cuenta de tantas personas que tenemos alrededor, que nos necesitan.
Luis Inclán García-Robés
El análisis de la jubilación no supone tener en cuenta sólo las consecuencias económicas -que, obviamente, son importantes- sino también el impacto psicológico, los cambios en las relaciones sociales con los amigos, compañeros de trabajo, familia y ver estos cambios como parte de un proceso de adaptación a la nueva situación.
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Es importante planificar la jubilación con anticipación para tener una idea clara de lo que se desea hacer en esa nueva etapa de la vida. Cabe pensar en los intereses, aficiones, proyectos pendientes y planificar a qué se desea dedicar el abundante tiempo libre.
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Se debe mantener una vida social activa: la jubilación puede producir aislamiento, por lo que es importante mantenerse activo en este campo. Esto puede incluir actividades con amigos, familiares, grupos de interés y voluntariado. Procurarse una red de contactos sociales puede ayudar a sentirse conectado y apoyado durante la jubilación.
Mantener una mente activa. Es fundamental para una jubilación saludable. Es bueno leer libros, aprender nuevas habilidades, asistir a clases o talleres, o incluso trabajar a tiempo parcial en algo que guste. No sólo para mantenerse ocupado, sino para adoptar una actitud positiva hacia la vida.
Cuidar la salud física. La salud física y mental están estrechamente relacionadas. Para estar en forma, se puede incluir hacer ejercicio regular -quizá frecuentar un gimnasio-, tener una dieta saludable, dormir lo suficiente y hacerse chequeos médicos regulares.
Aprender a adaptarse al cambio. Porque la jubilación es un cambio importante en la vida y puede resultar difícil la adaptación.
La transición a la jubilación supone un aumento de actividades en áreas no relacionadas con el trabajo, y una disminución de las relacionadas con él. Unas personas aumentarán las actividades físicas principalmente y otras las sociales e intelectuales.
Algunos autores describen los pasos por los que se pasa al dejar de trabajar:
la etapa inicial (una especie de luna de miel),
un período de cierta decepción y/o de hiperactividad o de astenia,
una reorientación, unas respuestas más realistas,
y una fase final de estabilidad, de acomodación a la situación.
Una jubilación bien aprovechada ayuda -y mucho- a la estabilidad emocional. A sentirse útil, a no tener la sensación de ser una carga para la sociedad, a contribuir -poco o mucho- a mejorar nuestro mundo, etc., etc. Se evitan, así, problemas tan presentes hoy en día como las diversas neurosis, depresiones, etc. O, simplemente, el aburrimiento tan frecuente en las personas mayores.
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