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El paso de los años conlleva muchos cambios en el estado físico, psicológico y de salud, que se traducen en una experiencia creciente de la propia vulnerabilidad. Conocer las necesidades básicas de los ancianos es condición ineludible para poder proporcionarles los cuidados que precisan. Este propósito se hace eficaz siempre que vaya acompañado de una disponibilidad efectiva y afectiva por parte de los familiares con los que conviven. Ambas facetas -conocimiento y atención empática- constituyen un valioso bagaje experiencial que nos prepara para desenvolvernos adecuadamente cuando seamos nosotros los que atravesamos esa etapa de la vida.
Los hogares cristianos siempre se han distinguido por ser escuela de cuidados: cuidado de los hijos, cuidado de los ancianos, cuidado de los enfermos, cuidado de los nietos... Cada miembro de la familia es receptor y dador -con más o menos intensidad y según las épocas-, siempre se es alumno y maestro; transmisor de sabiduría generadora de humanidad.
En este artículo describimos lo esencial en la práctica del cuidado de una persona dependiente que vive con los suyos. Las once recomendaciones que siguen son igualmente importantes, interdependientes y han de poder plasmarse en un plan adaptado a las circunstancias particulares. En el Anexo ofrecemos unas pautas generales, avaladas por el criterio de profesionales, que pueden ser útiles para la confección de dicho plan.
Afecto familiar y relaciones sociales
La atención del frágil es cosa de todos. Aunque importa -y mucho- la figura del que centraliza, distribuye y coordina, todos los miembros de la unidad familiar están llamados a aportar algo singular en la atención de los suyos. Cada uno lo hará según su manera de ser, su sensibilidad y aptitudes, pero todos podemos asumir una parcela determinada. Esa dedicación ha de estar abierta a las eventualidades que puedan surgir.
La trascendencia de la aportación individual no depende tanto de la importancia de la operación en sí mismo considerada, como del afecto que la acompaña. Un servicio técnicamente impecable pero hecho con frialdad, no es comparable al mismo servicio hecho con cariño.
Para que el tiempo que pasemos junto al frágil sea de calidad no es necesario empeñarse en “hacerle hacer cosas” y mucho menos en sostener una conversación. Muchas veces, lo único que necesita es sentirse acompañado, y para ello basta con estar a su lado leyendo, viendo una película o un reportaje... Pero si no tiene quien le escuche entonces lo valioso es poner atención en lo que nos quiera decir, aunque sea mera repetición.
Alimentación sana y equilibrada
Sueño, nutrición e hidratación, representan los pilares básicos de la supervivencia. Proporcionarse de manera adecuada es imprescindible para que la persona pueda desarrollar el resto de sus potencialidades. Por ello, es importante planificar una dieta equilibrada, adaptada a las condiciones particulares, en la que tengamos en cuenta sus gustos y las dificultades que pueda presentar a la hora de masticar o deglutir, así como su actividad. Por este motivo, no sería prudente servirles el mismo menú que a los jóvenes y adultos de mediana edad, ni exigirles que lo hagan a un ritmo semejante. Evidentemente esto no significa que hayan de comer aparte.
En el próximo artículo trataremos este tema con más amplitud.
Mantenerlo cognitivamente activo
Buscar actividades que le resulten estimulantes, atractivas y, si puedes, hazlas con él: leer juntos, jugar juntos, mantener sus hobbies o realizar actividades que le motiven a seguir trabajando su memoria. Existen en el mercado muchos juegos que lo facilitan. Estas actividades ayudarán a reforzar su atención, a potenciar su autonomía y a estrechar aún más la relación.
Actividad física
Procurar que se mueva; hacer ejercicios adaptados a su estado físico y a su edad o dar pequeños paseos diarios en compañía de la familia o de otros mayores es muy beneficioso, ya que le hará sentirse bien físicamente y le proporcionará un mejor mantenimiento de su movilidad y autonomía.
Decidir junto a él e integrarlo en las decisiones familiares
Nuestros mayores tienen una historia vital única e irrepetible, llena de sabiduría y de experiencias, es por eso que pedirles consejo y dejarse aconsejar por ellos, y hacerles parte de las decisiones familiares, les otorga un reconocimiento que honra su dignidad y mejora su autoestima, refuerza lazos familiares y aumenta el mutuo sentimiento de pertenencia a la unidad familiar.
Intermediar con el médico de cabecera y administrar sus medicamentos correctamente
Hay que estar atentos para que antes de que se produzca un fracaso debido a una mala autogestión médica, tomar el control de las visitas a los médicos, agendar las revisiones y pruebas médicas, tener ordenados los informes, llevar a día los controles y la receta electrónica, acompañar a las consultas pertinentes y llevar un control de los medicamentos y las dosis a administrar.
Resultan muy útiles la expedición de los medicamentos por parte de la farmacia en formato blíster.
El contacto con la Asistenta social nos facilitará la obtención de las ayudas oficiales para la dependencia.
Adaptar la casa a sus necesidades
Con los años a veces se requieren pequeñas adaptaciones del hogar para hacer la vida de nuestros mayores más cómoda y prevenir posibles accidentes; evitar tener alfombras que se deslicen, poner agarradores en la pared de la ducha, o poner a su alcance todo lo que puedan necesitar son algunos ejemplos de cosas que hacen que la vida de nuestros adultos mayores sea más segura.
Establecer unas rutinas diarias
La creación de una rutina en la tercera edad es importante y le ayudará a sentirse seguro. Hazle partícipe y planificad juntos los hábitos esenciales como la higiene y alimentación, y también los momentos de ocio.
Fomentar una buena higiene del sueño a través de establecer horarios, prevenir excitantes y factores que generen nerviosismo antes de que la persona se acueste, evitar cenas pesadas e irse a dormir justo después de comer, y propiciar la relajación con actividades que la fomenten (rezar, meditar, leer, escuchar música, …).
Conviene integrar estas rutinas en su plan diario de actividades.
Ayudarle a cuidar su higiene y aseo personal
Con una buena higiene no solo fomentamos unos buenos hábitos, también mejoramos la autoestima de nuestra persona mayor y evitamos la aparición de problemas en la piel, como llagas o infecciones, algo muy común en personas mayores encamadas.
La higiene incluye: ducha o baño diarios -en la cama si es necesario-, lavado del cabello, higiene de la boca y de los dientes, cuidado de los ojos, limpieza de los oídos y de la nariz, afeitado y/o depilación, cuidado de las manos, cuidado de los pies, recortar uñas. Reponer pañales y la ropa interior.
Atender su vida espiritual
Se trata de facilitar el plan de vida que el enfermo desee practicar. Para muchas prácticas de piedad bastará con enseñarle a utilizar los recursos disponibles en la web de la Obra u otras de su confianza, sintonizarle la TV si desea seguir la Misa por este medio, etc. En otros casos será necesario acompañarle físicamente, siempre con el máximo respeto a su libertad.
Estar al corriente de sus los asuntos privados y la gestión de sus bienes
El desgobierno en la propia economía es muy corriente en personas mayores con deterioro leve cognitivo. Nos referimos al pago y cobro de facturas, la gestión de sus
finanzas, el control de sus cuentas bancarias, los compromisos, derechos y obligaciones adquiridos con terceros, los errores y dificultad para operar a través de internet, estar al corriente de sus obligaciones tributarias, beneficiarse de las coberturas de la Seguridad Social. Por eso es importante persuadirles de la necesidad de dejarse ayudar siendo transparentes en la información que nos proporcionen y animarles a otorgar poderes preventivos en personas de su confianza.
Conclusiones
El papel del cuidador familiar es fundamental para lograr la calidad de vida que merece una persona frágil. Con su dedicación el que cuida contribuye decisivamente que esa etapa de la vida adquiera sentido y merezca ser vivida.
Para ayudarles a preservar su autonomía es necesario mantenerlos activos a través de las actividades de ocio y tiempo libre, promoviendo sus hobbies y favoreciendo las relaciones sociales: Pero sería un error convertir la autonomía en el objetivo final del cuidado, como lo es convertir el día en un continuo de actividades: hay que respetar el derecho al sosiego que reclama la vejez.
La atención de sus necesidades básicas -alimentación, higiene, medicación- eleva y ennoblece cuando, a través de ellas, hacemos que se sientan queridos. La mayor motivación del anciano es la compañía y el afecto de los suyos.
Lluís Segarra Molins, 26 de mayo 2024
Anexo
Propuesta de plan de actividades básicas de la vida diaria para ancianos y ancianas dependientes
Sueño. Acostarse antes de las 10 de la noche. Dar una cena sencilla. Administrar, solo si es necesario, un hipnótico o medicación alternativa. Establecer la atención durante la noche, de tal modo que pueda llamar cuando necesite algo. Evitar que pueda levantarse solo: valorar la necesidad de instalar barras laterales en la cama. A veces son necesarios otros sistemas de sujeción para evitar caídas.
8:00 – 9.00 levantarse o a ayudarle a levantarse.
Asear o ayudar al aseo y a vestirse.
9:00 – 10.00 Desayuno. En ocasiones en la propia habitación. Ayudarle a hacer, si lo desea, algún ejercicio de piedad. Podría asistir a misa, mientras mantenga la compostura o, si la pide, darle la Comunión.
11: 00 – 12.00 Ejercicio físico. Paseo o fisioterapia. Salida al aire libre, en silla de ruedas si es preciso: que tome el aire y el sol.
13:30 – 14.00 Comida. Inicialmente con todos y retirarse a descansar después. Si come mejor a un ritmo más lento, es preferible que coma antes con su cuidador y, si lo desea, se reúna después con los otros miembros de la familia para tomar el café.
Después de descansar ver algún reportaje, documental o clásico.
17:30 Ayudar a hacer alguna otra práctica de piedad. Darle la merienda.
18:00 Realizar alguna tarea sencilla. Hacer algún encargo, aunque sea acompañado. Regar unas plantas. Cepillar unos zapatos. Mantener el mayor tiempo posible alguna tarea, aunque sea mínima, pero que tenga utilidad.
Momentos de distracción. Ver y comentar imágenes de revistas (eventos deportivos, coches, animales). Deportes en TV, dibujos animados, juegos, reportajes. Ver un telediario, si no mantienen la atención basta con los breves minutos de titulares. Lo mismo con la prensa.
21:00 Cena ligera y acostarse
Lluís Segarra Molins, 22 de mayo 2024