Introducción
El envejecimiento de la población en occidente, con el correspondiente incremento de enfermedades crónicas, no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Esta realidad sitúa a las sociedades con tasas demográficas1 negativas ante una crisis asistencial de proporciones hasta ahora desconocidas.
Entre las enfermedades crónicas que acompañan a la longevidad destacan las de tipo neurodegenerativo, tales como, la enfermedad de Alzheimer, Parkinson, Creutzfeldt Jakoby esclerosis múltiple. Muchas personas piensan que, al no disponer de herramientas eficaces para combatir estas enfermedades, ante ellas solo cabe resignación. En este artículo nos proponemos desmentir esa conclusión, mostrando los medios que tenemos a nuestro alcance para disminuir el riesgo de padecer este género de patologías, posponerlas y, en su caso, hacerlas más llevaderas.
La demencia es un síndrome (término empelado para describir un grupo de síntomas) que se presenta con más frecuencia a partir de los 65 años y se caracteriza por un deterioro persistente de las funciones cognitivas, afectando especialmente a la memoria, el pensamiento y las habilidades sociales.
No hay que confundir la demencia con la disminución de ciertas capacidades a medida que se envejece. El envejecimiento por sí mismo no causa la demencia, pero sí es un factor, entre otros muchos, que predisponen a padecerla.
Porqué la demencia merece especial atención
Dos factores lo justifican: por una parte, la prevalencia2 e incidencia de demencia se incrementa a partir de los 65 años de forma exponencial. Por otra, su impacto en la convivencia familiar unido a la falta ayudas públicas destinadas a paliarlo.
Los casos existentes (prevalencia) de demencia se sitúa, dependiendo de la zona geográfica, entre el 5-8% para mayores de 60 años, muestra un patrón de crecimiento exponencial con la edad, doblándose cada cinco años aproximadamente, y un predominio del sexo femenino (Fig. 1). En España, estudios poblacionales recientes puerta a puerta indican prevalencias que oscilan entre el 9,4% y 8,5% en los mayores de 70 años (1 de cada 11), y entre el 5,5% y 5,8% en los mayores de 65 años. Todos los estudios confirman que el número de casos nuevos presenta un patrón de crecimiento exponencial a partir de los 65 años (Fig. 1).
En este panorama sobresale un dato esperanzador: se ha comprobado que, en algunos países, grupos de individuos de 65 años y más, observados en un periodo de tiempo, son cognitivamente más sanos que sus predecesoras. Como veremos al final de este artículo, esto se debe a la reducción en la exposición a factores de riesgo de demencia y/o a una mayor exposición a factores protectores.
Tipos de demencia
Los tipos de demencia no reversibles incluyen los siguientes:
Enfermedad de Alzheimer3
Esta es la causa más común de demencia en adultos. Las zonas afectadas suelen afectar inicialmente las áreas del cerebro relacionadas con la memoria, antes que la enfermedad evolucione y afecte otras áreas y capacidades. El daño a las células nerviosas comienza típicamente con las células involucradas en el aprendizaje y la memoria temprana y, gradualmente se extiende a las células que controlan otros aspectos del pensamiento, juicio y comportamiento. Eventualmente afecta las células que controlan y coordinan el movimiento que perturba progresivamente la autonomía en las actividades básicas de la vida diaria, llegando a provocar cambios importantes en la personalidad del paciente.
Demencia vascular.
Este segundo tipo más común de demencia es causado por la lesión de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro. Los síntomas más comunes de la demencia vascular incluyen dificultades para resolver problemas, lentitud del pensamiento y pérdida de la concentración y organización. Estos tienden a ser más notorios que la pérdida de memoria.
Demencia con cuerpos de Lewy 4.
Los signos y síntomas comunes incluyen actuar físicamente los sueños durante el sueño, ver cosas que no existen (alucinaciones visuales) y problemas con la concentración y la atención. Otros signos incluyen movimientos lentos o descoordinados, temblores y rigidez (parkinsonismo).
Demencia frontotemporal5.
Los síntomas comunes afectan el comportamiento, la personalidad, el pensamiento, el juicio, el lenguaje y el movimiento.
Demencia mixta.
Los estudios de la autopsia del cerebro de personas de 80 años o más que tenían demencia indican que muchos tenían una combinación de varias causas, como la enfermedad de Alzheimer, la demencia vascular y la demencia con cuerpos de Lewy.
¿Cómo saber si sufro Alzheimer u otra demencia?
Principales síntomas de demencia
Los primeros síntomas que presentan los pacientes con demencia pueden ser muy variados, en función del área del cerebro afectada:
∙ Olvidar el nombre de familiares o amigos cercanos6.
∙ Olvidar recuerdos significativos para la persona afectada (ídem pp 1).
∙ Necesitar ayuda para realizar tareas aparentemente sencillas que solían hacer sin problemas.
∙ Perderse o desorientarse en entornos bien conocidos.
∙ Usar palabras poco comunes para referirse a objetos o conceptos bien conocidos.
Si una persona experimenta alguno o varios de los síntomas de demencia descritos con anterioridad, o algún familiar o amigo cercano se percata de estos, se debe consultar a un médico especialista, normalmente un neurólogo o un geriatra.
El médico hará un examen completo, se realizan pruebas para evaluar el deterioro de la memoria y otras habilidades de razonamiento, determinar las capacidades funcionales e identificar cambios en la conducta. También se incluye el examen de imágenes neurológicas, y otras pruebas complementarias para obtener el diagnóstico.
Los médicos pueden solicitar análisis de laboratorio o pruebas de diagnóstico por imágenes del cerebro adicionales, o indicar análisis de memoria. Estas pruebas pueden brindar información útil para el diagnóstico, como el descarte de otras afecciones que causan síntomas similares.
Ventajas del diagnóstico precoz
Si bien es cierto que la medicina todavía no ofrece soluciones curativas para la demencia, el diagnóstico temprano de estas enfermedades abre una ventana de oportunidad para iniciar tratamientos que frenan el progreso de la enfermedad y nos proporciona herramientas que la hacen más llevadera, tanto para el paciente como para sus familiares.
Numerosos estudios avalan en sus conclusiones que recibir el diagnóstico en los inicios de esta enfermedad reduce la ansiedad en el paciente, a la vez que aligera la sobrecarga del cuidador.
Cuando la enfermedad está avanzada el paciente suele sufrir “anosognosia”, que significa “ausencia de conciencia de la enfermedad”, es decir, que para él /ella su conducta/comportamiento no presentan “ningún problema”, es más, su percepción es que todo el mundo a su alrededor percibe cosas incorrectas. El diagnostico en las fases iniciales salva esta limitación y abre una ventana de oportunidad que permite al paciente asimilar intelectualmente el alcance de la enfermedad cuando todavía se posee la capacidad para hacerlo. Esta circunstancia, resulta determinante para aceptar la enfermedad y afrontarla con una actitud colaborativa que va a aligerar el peso de sus cuidados.
De esta forma, el enfermo podrá planificar su futuro y decidir sobre los cuidados que deseará recibir, como, por ejemplo, la posibilidad de ser atendido en su propio domicilio o su preferencia por ingresar en un centro residencial. Esta previsión incluirá aspectos económico-financieros y legales (disposición de sus bienes), que el propio interesado podrá tratar con sus familiares y personas de confianza cuando su capacidad de juicio lo hace posible. Este modelo, de responsabilidad compartida, proporciona la confianza de recorrer en compañía y en la misma dirección el tortuoso camino de estas enfermedades.
El diagnóstico temprano abre también la posibilidad de participar en ensayos clínicos sobre nuevas terapias, así como decidir sobre las terapias actuales ya aprobadas, tanto farmacológicas como no farmacológicas, como son determinados programas de estimulación cognitiva.
Factores de riesgo
Muchos factores pueden eventualmente contribuir a la demencia. Si bien algunos factores, como la edad, no están bajo nuestro control, sí está en nuestra mano actuar sobre otros. El control de los factores de riesgo y protección potencialmente modificables y sobre los cuales se basan las estrategias de prevención representa una disminución del 35% de riesgo atribuible.
Factores de riesgo que nos vienen impuestos (7)
⮚ La edad. Si bien, el riesgo de contraer una demencia aumenta después de los 65años, la demencia no forma parte normal del envejecimiento y puede ocurrir en personas más jóvenes.
⮚ Dotación genética. Sin ser un factor determinante, tener antecedentes familiares de demencia aumenta la probabilidad de padecerla.
Factores de riesgo que podemos controlar
Estilo de vida:
⮚ Evitar los estados de ansiedad y de estrés sostenidos.
⮚ Controlar los factores de riesgo cardiovascular: tabaquismo, sobrepeso, hipertensión arterial, el colesterol alto y la diabetes.
⮚ Seguir una dieta saludable: no existe una dieta específica que reduzca el riesgo de demencia, pero las investigaciones indican que la dieta mediterránea rica en frutas, verduras frescas, frutos secos y ácidos grasos omega-3 disminuye el riesgo de padecerla.
⮚ No abusar del alcohol.
⮚ Dormir con sueño de buena calidad. Practicar una buena higiene del sueño y consultar al médico si roncamos fuerte o tenemos apneas.
⮚ Tratar los problemas de audición. Las personas con pérdida auditiva tienen más probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo.
⮚ Mantener la mente activa. Las actividades mentalmente estimulantes, como leer, resolver crucigramas o juegos de palabras, y la ejercitación de la memoria disminuyen la probabilidad de padecer esta patología.
⮚ La actividad física y la interacción social pueden retrasar la aparición de la demencia y reducir sus síntomas.
⮚ Revisar periódicamente la prescripción de determinados medicamentos8 que, a largo plazo, actúan como inductores de diversas enfermedades neurodegenerativas. La eficacia de estas medidas de prevención está corroborada por diversos estudios9 que muestran una disminución significativa del riesgo de demencia en grupos homogéneos de individuos de países con elevados ingresos y que, en los últimos 25 años, han incrementado sus niveles educativos y han mejorado el control de los factores mencionados anteriormente.
Lluís Segarra Molins, 1 de julio de 2023
1 Tasa de crecimiento demográfico = (tasa de natalidad-tasa de mortalidad) + Saldo migratorio (Inmigraciones-emigraciones).
2 La prevalencia examina casos existentes, mientras que la incidencia examina el debut de nuevos casos. La prevalencia es un indicador de carga de enfermedad en una población para un espacio temporal concreto, mientras que la incidencia es un indicador de riesgo de ocurrencia de enfermedad en una población para un período definido. Actualmente, la carga de la demencia sobre la salud pública depende tanto de la aparición de nuevos casos como de su supervivencia tras el diagnóstico. Si no hay cambios en las tasas de incidencia, los grupos con mayor esperanza de vida tendrán mayor prevalencia. La incidencia acumulada de demencia estimada para mayores de 60 años es de 52,8 por 1.000, y la tasa de incidencia, de 17,1 por 1.000 personas/año.
3 Aunque no se conocen todas las causas de esta enfermedad, los expertos saben que un pequeño porcentaje está relacionado con mutaciones de tres genes que pueden transmitirse de padres a hijos. Los pacientes con enfermedad de Alzheimer acumulan placas de una proteína llamada beta amiloide y ovillos fibrosos compuestos de proteína tau que dañan las neuronas sanas y las fibras quelas conectan.
4 Los cuerpos de Lewy son grupos anormales de proteínas en forma de globo que se han encontrado en el cerebro de personas que tienen demencia con cuerpos de Lewy, enfermedad de Alzheimer y enfermedad de Parkinson. Este es uno de los tipos más comunes de demencia progresiva.
5 Este es un grupo de enfermedades caracterizadas por la ruptura de las células nerviosas y sus conexiones en los lóbulos frontal y temporal del cerebro. Estas áreas del cerebro están generalmente asociadas con la personalidad, la conducta y el lenguaje.
6 Siempre que no sean episodios esporádicos atribuibles a otras causas, como puede ocurrir en el contexto de una situación particularmente estresante.
7 Estos factores representan un 65% riesgo atribuible.
8 El abuso de productos de venta libre que ayudan a dormir que contienen difenhidramina (Advil PM, Aleve PM) y los medicamentos usados para tratar las urgencias urinarias como oxibutinina (Ditropan XL).
9 Cfr. J. Garre-Olmo [REV NEUROL 2018;66:377-386] PMID: 29790571 DOI: https://doi.org/10.33588/rn.6611.2017519