El psiquiatra Enrique Rojas, revela algunas de las inquietudes que más se repiten en la mente de quienes se acercan al momento de su muerte:
Vivir para el trabajo: Según el psiquiatra Rojas: «Son mayoría los que se arrepienten de haber trabajado demasiado. De pasar la vida con una sobrecarga profesional excesiva, de haber vivido para trabajar, y, en esos momentos estelares de lucidez total, sienten que su vida ha estado descompensada, que ha faltado equilibrio entre los diferentes ingredientes de los que debe ser la existencia de un ser humano»
Pasarlo mal sin necesidad: adelantarse a los acontecimientos os sobredimensionar lo que nos pasa también es algo de lo que muchos se arrepienten: «Haber sufrido mucho por asuntos y problemas que realmente no tenían tanta importancia», indica el experto.
No haber disfrutado más de la vida: Según explica Rojas: «Esto tiene un amplio espectro: desde no haber sido capaz de captar y gozar de cosas positivas de la vida ordinaria, en una especie de carpe diem (aprovecha el momento, vive esto y saboréalo), pasando por no haber planificado tiempo libre para uno y buscar esas satisfacciones según las aficiones que uno ha fomentado. Saber descansar también es un arte. Y, al mismo tiempo, ser organizado para dar lo que más nos relaja en el tiempo libre, que es una manera de retratarse»
Haber dedicado poco tiempo a la familia: Algo que también se repite bastante cuando no nos queda ya más tiempo de vida. «Hoy lo vemos esto con bastante frecuencia. De hecho, tiene mucha actualidad la figura del padre/madre ausente, que es aquel que no ha tenido casi influencia en la educación de sus hijos, por no tener tiempo y haber dejado esta tarea en manos de la madre/padre, porque la profesión le ha absorbido demasiado y no ha tenido presencia psicológica y afectiva con sus hijos».
No haberse atrevido a hacer lo que realmente se quería: Tener demasiado en cuenta lo que los demás esperan de uno mismo es algo que suele ocurrir a la gran mayoría. «Esto tiene mucho que ver con atreverse a ser uno mismo. Saber desarrollar la propia personalidad, puliendo y limando las aristas y puntos negativos de la misma, con la ayuda de los más cercanos y, a la vez, trabajar el programa personal diseñado previamente, teniendo claros los objetivos y luchando y batallando por irlos alcanzando», aclara el psiquiatra.
No haber tenido mayor y más sólida espiritualidad: Esto tiene que ver con creer en algo que hubiera facilitado dar respuesta a los grandes interrogantes de la vida, según indica Rojas.
Aunque estas consideraciones dependen de la experiencia vital de cada persona y de muchos otros aspectos por los que pueden variar los elementos de la lista anterior, esta se basa en la experiencia de un experto en psiquiatría que ha estado presente en estos últimos momentos de la vida de muchas personas.
Marina Ortiz
ABC
29/11/2023