Conviene evitar caer en la trampa de atribuir los problemas de comportamiento como si todos ellos tuvieran causas psicológicas y, entonces, de buscar únicamente soluciones de ese orden, cuando con frecuencia el problema subyacente tiene relación con el cansancio y malestar físico. Centramos este artículo en la salud muscular y la nutrición, dos aspectos correlacionados de los que, junto a las dimensiones de orden trascendente y afectivo, depende el bienestar en la ancianidad1.
La baja masa muscular y la desnutrición inciden directamente en la calidad de vida de adultos mayores, en los pacientes con enfermedades agudas y crónicas. El denominador común de estas personas son los problemas de movilidad, el dolor y la sensación de fatiga; factores que, inevitablemente, repercuten en el humor del paciente y ponen a prueba la virtud no solo del enfermo, sino también de sus acompañantes. La intervención temprana en esos casos resulta esencial para evitar un círculo vicioso difícil de revertir; un bucle negativo que provocará un sinfín de hospitalizaciones y el probable agotamiento de los familiares que le cuidan.
La baja masa muscular y la desnutrición suelen estar ocultas en pacientes con peso normal o en aquellos con exceso de adiposidad (grasa), estas condiciones son frecuentemente pasadas por alto, en este sentido es importante destacar que ambos déficits -baja masa muscular y la desnutrición- se asocian con una función inmunológica deteriorada y son predictores de situaciones clínicas adversas (por ej., discapacidad física, caídas y fracturas, mayor duración de las estancias hospitalarias).
Figura: Consecuencias seleccionadas de la baja masa muscular (o condiciones relacionadas, como sarcopenia, fragilidad y caquexia) y desnutrición en poblaciones clínicas y de envejecimiento. Existe un amplio cuerpo de investigación que informa sobre las asociaciones entre la baja masa muscular y el deterioro o discapacidad física, caídas y fracturas, mayor duración de la estadía en el hospital, cicatrización de heridas, necesidad de rehabilitación, mayor riesgo de complicaciones posoperatorias, mala calidad de vida, progresión tumoral, aumento de la toxicidad del tratamiento y reducción de la supervivencia.
2. Hacia una mejor comprensión de la baja masa muscular y la desnutrición como condiciones superpuestas
La baja masa muscular es frecuente entre los adultos mayores como consecuencia del proceso de envejecimiento y puede exacerbarse en pacientes de cualquier edad con enfermedades crónicas, enfermedades agudas o lesiones2.
La desnutrición y las condiciones relacionadas con los músculos (es decir, baja masa muscular, infiltración grasa del tejido muscular, el adelgazamiento patológico3 y la torpeza de movimientos) no deben verse como entidades aisladas sino como condiciones que pueden ocurrir simultánea o secuencialmente en algunos individuos La mayoría de los pacientes con desnutrición tienen baja masa muscular o sarcopenia, pero esta no es una condición excluyente. Asimismo, no todos los pacientes con baja masa muscular están desnutridos. La desnutrición es a menudo un precursor de la sarcopenia, ya que conduce a una función física reducida y cambios desfavorables en la composición corporal.
Figura: Interacción entre desnutrición, la pérdida de masa muscular (sarcopenia), fragilidad física y caquexia. La desnutrición es uno de los factores que puede conducir a la pérdida de masa y función muscular, que conduce a la fragilidad física, la pérdida de movilidad y discapacidad. La desnutrición y la baja masa muscular también pueden progresar hacia el adelgazamiento patológico (caquexia) en personas con enfermedades crónicas, como el cáncer.
Aunque la baja masa muscular y la desnutrición pueden ocurrir de forma independiente, con frecuencia se superponen, especialmente entre pacientes hospitalizados y aquellos con enfermedades crónicas como el Párkinson y el cáncer.
3. ¿Quién está en riesgo de desnutrición y pérdida de masa muscular?
> 3.1. Envejecimiento
Después de la tercera década de la vida, las personas experimentan aproximadamente un 3%-5% de disminución en el músculo esquelético por decenio. Un factor importante que contribuye a la desnutrición y la pérdida de masa muscular es la anorexia del envejecimiento, término común para describir la disminución involuntaria de la ingesta de nutrientes en edades avanzadas.
> 3.2. Enfermedades crónicas
Se ha demostrado que entre el 11% y el 54% de los pacientes con enfermedad renal crónica están desnutridos mientras que la prevalencia de la sarcopenia oscila entre el 4% y el 42%. Entre los pacientes con cáncer, aproximadamente el 40% puede tener poca masa muscular y, en promedio, el 70 % está desnutrido.
> 3.3. Enfermedades críticas
Durante la primera semana de hospitalización en la unidad de cuidados intensivos (UCI) pacientes ecográficamente evaluados mostraron una pérdida muscular temprana y rápida, que es cuantitativamente más sustancial en pacientes gravemente enfermos.
Figura: Factores de riesgo seleccionados que contribuyen a la baja masa muscular en personas con enfermedades crónicas. Pueden surgir anormalidades en la masa muscular si al menos uno de estos factores está presente; sin embargo, múltiples factores de riesgo en las enfermedades crónicas pueden conducir a una masa muscular severamente baja. Abreviatura: GH, hormona del crecimiento; IGF-1, factor de crecimiento similar a la insulina 1.
4. Envejecimiento saludable. ¿En qué consiste el cambio de enfoque?
En vez de esperar pasivamente la llegada de la fragilidad, poner los medios razonables para hacer acopio de reservas de salud y así, disponer de energía para desarrollar actividades significativas, sentirnos útiles y evitar convertirnos en una carga prematura para los demás.
El paradigma del envejecimiento saludable se centra en generar reservas de salud que protegerán nuestra calidad de vida a lo largo del periodo de envejecimiento. Igual que existe un círculo vicioso que conduce al envejecimiento prematuro y patológico, existe un círculo virtuoso que permite disfrutar de una vejez saludable y que pasa por optimizar la nutrición y la práctica del ejercicio regular.
4.1 ¿Podemos prevenir o revertir la pérdida de masa muscular y la desnutrición?
Sí, desde luego. Se ha demostrado que las intervenciones en el hogar aumentan la cantidad de días en un mes en los que la salud física y mental se describen como buenas en general:
Resulta esencial proporcionar educación nutricional para pacientes, familias y cuidadores: aprender a detectar los primeros signos de inseguridad/fragilidad y asociarlos a la falta de masa muscular y la desnutrición; mejorar el conocimiento de nutrición y aprender a aplicar rutinas de ejercicio físico adecuadas al paciente.
La nutrición es fundamental para apoyar el crecimiento del músculo, reducir el catabolismo y mejorar los resultados en pacientes con pérdida muscular y desnutrición. Sin embargo, es importante reconocer la importancia del ejercicio regular, preferentemente en combinación con intervenciones nutricionales, como un enfoque multidisciplinario en todo el proceso de atención.
Las intervenciones nutricionales son más beneficiosas cuando son proactivas, se inician temprano y continúan durante la recuperación, preferiblemente como parte de intervenciones multimodales que también incluyen ejercicio.
4.2 Posibles intervenciones nutricionales
Un análisis conjunto de estudios que ofrecen suplementos proteicos y/o dietas ricas en proteínas a adultos mayores reveló que solo las intervenciones que combinan nutrición y ejercicio de resistencia beneficiaron la fuerza de agarre, la masa muscular y el rendimiento físico.
Las intervenciones nutricionales para apoyar el crecimiento muscular (anabolismo), reducir el catabolismo y mejorar los resultados del paciente, se encuentran de manera natural en una dieta mediterránea bien planteada. Su acierto dependerá de la variedad y combinación dietéticamente equilibrada4 de sus componentes y de en una esmerada preparación, de modo que el plato que se sirva resulte atractivo a la vista, sabroso al paladar y de fácil masticación e ingestión. Los suplementos nutricionales orales son útiles en casos particulares.
4.3 Posibles intervenciones de ejercicio físico
Las intervenciones de ejercicio, generalmente incluyen ejercicio aeróbico diario (paseo mejor al aire libre) de no menos de 1 hora y fortalecimiento muscular: sobre esto último aconsejamos el artículo de la web www.cuidarycuidarse.net que lleva por título: “los-10-mejores-ejercicios-de-fuerza-para hacer-en-casa-sin-material”. También se ha demostrado eficaz dedicar de una a cuatro sesiones de 30’ a 60’ por semana de yoga o tai-chi. Estas prácticas mejoran la movilidad y la fuerza muscular;
4Incluyen: proteínas y aminoácidos, aminoácidos de cadena ramificada, con especial atención a la leucina; β-hidroxi-β-metilbutirato (HMB), vitamina D; ácidos grasos poliinsaturados n-3 (AGPI n-3) y polifenoles.
mejoran también las actividades de la vida diaria y reducen el riesgo de sufrir caídas.
Conclusión
La pérdida de masa muscular y la desnutrición pueden ocultarse a la vista, pero la observación es el único medio de identificar a las personas en riesgo. Es importante destacar que la combinación de intervenciones nutricionales con ejercicio como componentes de un enfoque multidisciplinario constituye una estrategia importante para mejorar la funcionalidad y el estado anímico de los pacientes.
Por último es importante contar con la supervisión geriátrica integral para realizar un seguimiento que permita regular la terapia (revisión de la medicación, reducción de la dosis...), orientar sobre las distintas estrategias que permiten reducir las convalecencias y evitar ingresos hospitalarios innecesarios.
Lluís Segarra M. Barcelona 21 de febrero de 2025
1 Para el desarrollo de este artículo nos hemos servido del excelente estudio de Carla M. Prado, Francesco Landi, Samuel T.H. Chew, Philip J. Atherton y otros, publicado en Clinical Nutrition 41 (2022). Advances in muscle health and nutrition: A toolkit for healthcare professionals.
2 Dado que la baja masa muscular es un componente común de la desnutrición, la sarcopenia y la caquexia, es importante comprender su fisiopatología para avanzar en el diagnóstico y el tratamiento. La inmovilidad y las condiciones catabólicas inducen la pérdida muscular cuando se activan las vías de degradación de proteínas: un estudio reciente demostró que la capacidad bioenergética mitocondrial reducida en el músculo era el principal factor que distinguía la presencia de sarcopenia en adultos mayores. La disfunción mitocondrial también existe en otras afecciones agudas y crónicas, como el cáncer y la sepsis, que cursan con un metabolismo alterado que causa el catabolismo de las proteínas y la supresión del metabolismo de los lípidos. Con la infiltración grasa en el tejido muscular (miosteatosis), el flujo de sangre al músculo se reduce, lo que da lugar a una disfunción metabólica, que incluye resistencia a la insulina, inflamación y pérdida de masa y función muscular.
- Intercambio de información entre el músculo y el sistema inmunitario: la interrelación entre el músculo esquelético y el sistema inmunitario también es un tema emergente. De hecho, el músculo ya no se considera un objetivo pasivo del sistema inmune, sino un jugador activo que regula las respuestas tanto innatas como adaptativas.
3 Afección caracterizada por una pérdida de más del 10 % del peso corporal, que incluye pérdida de masa muscular y grasa, en una persona que no está tratando de perder peso.
4 Incluyen: proteínas y aminoácidos, aminoácidos de cadena ramificada, con especial atención a la leucina; β-hidroxi-β-metilbutirato (HMB), vitamina D; ácidos grasos poliinsaturados n-3 (AGPI n-3) y polifenoles.