Hay razones comprensibles para que, como dice Harvard, el 95% de la gente deje para mañana lo que podría haber hecho hoy. Para evitarlo, te ofrezco varios trucos que a mi me funcionan para dejar de procrastinar.
Si te pido que hagas una lista de todas esas cosas que vas pasando a la semana siguiente en tu agenda, ¿Cuál sería la número 1? En mi caso, lo que más tiendo a procrastinar es la gestión de gastos. Y digo tiendo porque, aunque históricamente estaba en mis top 5, desde hace ya tiempo sigo algunas pautas, aprendidas de expertos en el arte de la procrastinación y confieso que he mejorado mucho, en general. Es decir, he entendido la teoría para no seguir postergando lo inevitable y, cuando la aplico, me pongo las pilas y hago las cosas cuando toca (o cuando me lo propongo).
SI PROCRASTINAS, NO ES PORQUE SEAS VAGA/O
"¡Ay hija, no seas vaga! ¿Vaaaa... Qué te cuesta hacer ahora la cama?" Y quien dice la cama, dice los deberes, la compra, empezar la rutina de ejercicio, ordenar la ropa del armario, llamar a esa persona que tu sabes... Todas esas cosas, las que sean, que por una razón y otra dejas para otro momento. Tengas la edad que tengas. Pero parece ser que, contrario a lo que probablemente has oído una y otra vez, el motivo por el que no te animas a ponerte en marcha no es la pereza (lo cual es una buena noticia para la autoestima). Lo que nos frena y "obliga" a dejar una tarea de lado es fruto (entre otras) de alguna de estas 5 razones habituales:
Es algo aburrido. Y claro, tu cerebro no es tonto. Si ya sabe que no lo vas a disfrutar, ¿Qué prisa hay? Y para evitar caer en la trampa del aburrimiento, te sugerirá otras prioridades que hasta parecerán realmente urgente y necesarias.
Es algo que te resulta especialmente difícil de hacer. Y es que, cuando algo demanda mucho esfuerzo mental o físico, nunca parece ser un buen momento para arrancar. Porque sabes que la tarea viene con algo de sufrimiento. Y los malos tragos echan para atrás cuando los ves venir.
Procrastinarás si no tienes claro el proceso para abordar la tarea. Porque ese desconocimiento va acompañado también de falta de información sobre lo fácil o agradable que va a ser el proceso. Como no sabes hacerlo, te resulta incómoda la incertidumbre de todo lo que va relacionado con el proceso. Como por ejemplo no saber si te va a costar hacerlo o si te va a gustar. Lo cual nos lleva a la siguiente razón habitual.
El proceso no te resulta gratificante. Y es cuando ya sabes que los pasos que tienes que dar para hacer esa tarea demandan algo de ti que no es placentero (aunque no sea necesariamente aburrido), tampoco hay prisa por vivir ese momento.
Cuando no te aporta nada a nivel personal. Porque no nos engañemos, hay cosas que te toca hacer, pero que ni te van ni te vienen. No te hacen sentir más lista, más ágil, más eficiente, más valiente, más nada. Son cosas que, por ejemplo, hay que hacer como parte de las rutinas del día a día, pero no sientes que te aporten ningún valor. Y si tuvieras una varita mágica, gastarías uno de tus deseos en hacerlas desaparecer.
3 REGLAS SENCILLAS PARA NO PROCRASTINAR LO INEVITABLE
Regla nº 1
Lo primero es tener claro por qué te cuesta ponerte manos a la obra. Porque no procrastinas todas las tareas por las mismas razones. Algunas te aburren, otras te asustan y otras... es que no sabes ni por dónde arrancar. Sabiéndolo, puedes buscar el apoyo que necesites en cada caso. Por ejemplo, si te parece un aburrimiento, date una recompensa por dedicar ese tiempo a la tarea. Si es algo que te resulta realmente difícil de abordar, empieza con aquello que, una vez hecho, hará que el resto de cosas de esa tarea sean más fáciles de gestionar. O, si no entiendes el proceso que hay que seguir, busca primero a quien pueda ayudarte.
Regla nº 2
Empieza, aunque sea haciendo lo mínimo, pero arranca. Parece estar demostrado que a nuestro cerebro no le gusta dejar cosas a medias. Por eso, si empiezas, aunque no tengas la intención hoy de terminarlo, tu cerebro se activará para empujarte a hacerlo en las próximas horas o días.
Regla nº 3
Trabaja dentro de tu margen de compromiso. ¿Qué significa esto? Pues que cuando arranques, te comprometas a dedicarle un tiempo concreto. Por ejemplo, a lo mejor no te ves capaz de dedicarle toda la mañana, pero puedes empezar dedicándole 1 hora, o 30 minutos. Y luego te dedicas a otra cosa. En lugar de sentir que procrastinas, sentirás que has cumplido con el primer paso de la tarea. Una pequeña victoria. Lograr exitosamente dar pequeños pasos puede hacer que no se te atragante la tarea entera.